Exhibiciones



Exactamente frente a esta casa hay una hilera de árboles con flores amarillas, todos siguen una disciplina perfecta guiada por algún Dios encerrado en un castillo que no vamos a conocer. Plantados sobre la avenida Almirante Brown siguen todos una línea angelical, salvo uno. Casi al final del boulevard, el árbol que mira hacia la calle Ayolas -una de las más cortas de La Boca- está totalmente torcido y deforme, se eleva de una forma misteriosa hacia los costados en un zigzagueo que se apega más al suelo que al cielo. Un golpe de rebeldía que resulta difícil desatender cuando el orden del mundo se presenta tan obvio y anodino.

Algo de esta indisciplina que responde más al ordenamiento de un rizoma que de un árbol reaparece en esta sala donde atravesando un bosque de ramas, unas lenguas puntiagudas quieren salir de la pintura para eroatizar el espacio. Um, Ah. Cuando Maurizio Cattelan le preguntó a Carol Rama cuál era su parte del cuerpo preferida, ella respondió: la lengua.

Lucía me dice que al lado de las pinturas va a poner una tela que usa para limpiar televisores. Pienso en la mirada que activa la pintura. En la ceguera que es ver colores

en todo y recordarlos por el resto de tu vida, como un atardecer fucsia tropical o el gris de una tormenta cuando ya no hay opción y hay que correr, aunque no se sepa bien hacia donde.

Estas figuras maratónicas son continuidades de un desborde que empezó en sus esculturas de látex y siguió en el óleo. Desvinculadas de contenido emocional, tales formas y materiales transforman una composición visual llena de fibras vivientes. Las uñas postizas y los besos sostienen su mundo. Las pinturas se pintan como uñas: hay brillo, esmalte y transpiración: nail art. El deseo se teletransporta y es el motor principal. Imágenes de una corporeidad excesiva donde no hay leyes, hay erotismo, hay circulación de aquello a lo que no somos indiferentes porque nos afecta, sea por medio de la atracción o la repulsión.

En lugar de la ley, acá encontramos un circuito donde los afectos se confunden con los efectos. En lugar de la ley, encontramos los nervios filosos con los que se hace un bosque.

AWWW