Statement
En mi práctica, el cuerpo se entiende como un organismo en transformación constante: se estira, se desborda, se rompe y se recompone en formas nuevas que emergen del deseo, la ira o el placer. Es un cuerpo que muta con la misma intensidad con la que fluctúan las emociones, y que en ese proceso se fusiona con la naturaleza hasta devenir ramas, raíces o carne expandida.
Concibo el cuerpo como una construcción híbrida y fragmentaria, cercana a lo monstruoso o a una suerte de Frankenstein contemporáneo: un ensamblaje de partes que se reconfigura una y otra vez, respondiendo a los impulsos que lo atraviesan en cada momento.
Desde esa transformación inagotable surge un mundo paralelo y surreal, donde los límites se disuelven y los tabúes pierden su peso. El erotismo, la lujuria y el sexo aparecen como fuerzas inevitables e intensas, que no habitan el plano cultural sino el de la naturaleza misma: impulso vital, raíz salvaje que conecta lo humano con lo primitivo y lo esencial. En ese territorio, los árboles son cuerpos y los cuerpos son árboles; las extremidades se alargan como ramas, se entrelazan con otras pieles, y la naturaleza se funde con la carne en un escenario de mutaciones incesantes.
El amor y el dolor pasionario atraviesan este universo como energías inseparables: me quiebran, me obligan a destruir para luego volver a empezar. Esa destrucción y reconstrucción constante es el pulso de mi práctica: metáfora de la ciclicidad de las pasiones y del deseo de reinventar el cuerpo y la identidad una y otra vez, sin nunca alcanzar una forma definitiva.
Lo que emerge son cuerpos híbridos, fragmentados, andróginos, monstruosos y múltiples. Cuerpos que niegan la perfección impuesta, que se rebelan contra los cánones hegemónicos de belleza y género para abrirse a otras posibilidades de existencia.
En este viaje, erotismo, lujuria, naturaleza, sexo y pasión se entrelazan en una danza visceral que revela lo humano en su estado más crudo, frágil y expansivo. Mi obra no busca respuestas, sino provocar tránsito: la experiencia de un cuerpo infinito, en mutación perpetua y atravesado por el deseo.