









Este proyecto explora el cuerpo como territorio fragmentado, distorsionado y expandido a través del gesto mecánico del escáner. La máquina, concebida originalmente para registrar documentos de manera precisa, se convierte aquí en una herramienta de traducción del cuerpo: lo aplasta, lo estira, lo divide en capas, revelando nuevas formas que desestabilizan su integridad y lo hacen aparecer como un paisaje extraño.
El escaneo transforma la piel en superficie, en textura que recuerda a la tierra, a la madera o a la piedra, borrando las fronteras entre lo humano y lo no humano. Los pliegues, los poros, los ombligos o los dedos se convierten en accidentes geográficos, en huellas que trazan una cartografía íntima y a la vez ajena. El cuerpo, en su contacto directo con la máquina, se desfigura para mostrarse como un organismo fragmentario, híbrido y en constante mutación.
El proyecto propone una reflexión sobre la identidad corporal en la era tecnológica: ¿qué sucede cuando nuestra carne pasa por el filtro de una máquina diseñada para la precisión? ¿Qué cuerpos aparecen cuando el dispositivo falla o “traduce mal” nuestra presencia?
Estas imágenes escaneadas son, entonces, ruinas y futuros posibles de un cuerpo: restos monstruosos, paisajes eróticos, ficciones corporales que cuestionan la perfección y abren paso a nuevas posibilidades de existencia.